Nunca he sido
perfecta, ni me he acercado a ese término. Pero no me ha importado.
Puede, que esas
imperfecciones que tanto odian algunos, para otros sean las señas de identidad de esa persona.
Hace tiempo pude comprender que a menudo, aprendemos a amar a las personas más por sus
defectos que por sus rasgos de
perfección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario