"El escritor es un ingeniero del alma"

martes, 17 de marzo de 2015



Me perdí entre el horrible sentimiento de saberme animal mortal y terrenal como límite de mi persona. Me hicieron creer que la realidad es todo lo que hay, aquello que ves, alegando que cualquier cosa más allá de lo palpable o argumentable no es más que meras quimeras de locos soñadores. Hundirse en un mar de frustraciones basadas en materialidades existentes dentro de una sociedad que día a día se pone a prueba ante la degradación de unos principios por los que cientos de años se defendieron con la vida misma.
Bien, acepto vuestro sistema basado en la pertenencia de objetos que nos convierten en seres cuya única aspiración se base en acuñar cientos de aparatos con el fin de hacernos creer que estamos acompañados mientras nos aislamos voluntariamente.
Pero lo que nunca conseguiré asumir es que solo tengo una vida, una oportunidad para hacer aquello que deseo o un tren que decide que ya pasó el momento decisivo. Porque creo que tengo una vida en las que caben muchas vivencias. Poseo miles de oportunidades, algunas de ellas para mejorar y otras para remendar aquello que hice o no llegué a hacer. Dime, si no lo puedo solucionar, ¿para qué preocuparme ya? Si no espero en ninguna estación y soy yo quien decide cuando no coger ese tren.

domingo, 15 de marzo de 2015



Escuché una vez que la mejor medicina para el alma es una sonrisa. Lo cierto es que debido a los últimos sucesos acontecidos en mi vida puedo afirmar que reír sana, pero he descubierto que hay algo mucho más poderoso que cualquier sonrisa: el amor.
En medio de la noche fría, somnolienta ante la espera de un sueño que quizá nunca llegue te preguntas qué has hecho a lo largo de todos tus días para que hoy te encuentres en este estado. Sola, arrugas otra hoja de papel ante el intento fallido de lograr palabras que signifiquen algo más que coherencia gramatical. Sientes que nada hará que entre el dolor y la oscuridad aparezca un soplo de esperanza indicando que existe algo más allá de la cruel realidad.
Tumbada observando el blanco techo escuchas el sonido de un timbre que rompe las paredes inundando el silencio con algo de ruido. Sigilosamente te acercas a la puerta esperando que todas aquellas historias contadas en los libros de asesinos en serie nocturnos y sucesos paranormales no sean más que meros cuentos en mentes ajenas al mundo real. Pero aún conmocionada entre la duda y el miedo decides abrir la puerta.
Y allí está él.
Su sonrisa acaba eclipsando cualquier otro foco de luz existente en el pasillo. Mientras avanza hacia ti rodeándote en sus brazos te preguntas por qué no habrá nadie que pueda recoger este momento para la posteridad. Este eterno momento. Cuando el dolor se esfuma poco a poco a medida que te acercas. Cuando me enseñas que existe algo más que la cruel realidad.
Y no puedo quererte más.

jueves, 12 de marzo de 2015



Explícame de nuevo qué es tan importante en tu vida para no estar aquí, conmigo, citándome al oído algún verso olvidado en la mente de los románticos empedernidos. Cómo puedes ignorar la llamada de un corazón sediento de tus sonrisas mientras la brisa nos trae olores sugerentes ante la llegada de una alegre primavera. Dime qué harás cuando entre tus recuerdos no encuentres la tristeza propia de saber la ausencia de un amor residente en tardes sin fecha y horas sin marcar.
Se paró el tiempo en aquel momento pleno y eterno en el que decidiste no ser quien eras dejando entrar un residente desconocido en tu alma. Añoro a esa persona que creía conocer en mis recuerdos. Hoy tan solo queda la cálida brisa del consuelo residente en el conocimiento de una primavera venidera, de un nuevo florecer.

miércoles, 11 de marzo de 2015



Indecisa frente al inmenso armario se preguntaba cómo cubrir la delicada piel que poseía para la ocasión. Intuía que hoy podría llegar a ser un día diferente, tal vez un día mejor. Después de varias prendas y algún que otro baile al ritmo de una música procedente de alguna parte de aquella inmensa casa decidió iniciar su jornada con una gran sonrisa. Como cada mañana la puerta se quedó atascada al salir. Un, dos y tres intentos eran necesarios para poder cerrar aquel prehistórico trozo de madera que la separa del mundo real.
Las calles, aún somnolientas ante la temprana salida del sol respiraban el fresco propio de una mañana de primavera. La acera parecía crearse al ritmo que sus pies aceleraban el paso. No había nada más, no existía mundo fuera de lo que pisaba y veía. Uno, dos. Uno, dos. Cada vez estaba más cerca de su destino.
Pero al intentar cruzar el paso de peatones el color cambió. "Maldito semáforo" pensó. Todo el mundo sabe que el tiempo pasado esperando se considera perdido. Nunca volveremos a recuperarlo. Al otro lado, un chico parecía estar sufriendo el mismo tipo de tortura mundial aceptada que ella. Disimuladamente se fijó en el libro que sostenía en las manos. Dickens, buena elección. En tan solo 30 segundos descubrió que sus ojos conjuntaban con su camisa y sonreía sin aparente motivo como si hoy fuera a ser un gran día en su vida. Quizá había encontrado trabajo. Tal vez acababa de terminar ese libro. Puede que se dispusiera a dar un paseo o incluso que buscara a alguien. Tras 20 segundos descifró el ritmo al que movía el pie al son de una música que tan solo él escuchaba. Y con los 10 segundos restantes consiguió encontrar su mirada y mantenerla. Sus mejillas enrojecieron y los latidos de su corazón rujían como si de una estampida se tratara.
El color del semáforo cambió y ambos se cruzaron con una leve sonrisa más propia de jóvenes adolescentes en plena etapa de enamoramiento. Una vez al otro lado de la calle él se perdería entre la levedad de las mañanas frescas de primavera para siempre.
Había pasado tanto tiempo indecisa ante aquel armario... Pensando que hoy iba a ser un gran día.
Un gran día

viernes, 6 de marzo de 2015


Hace tiempo que me siento como si cada día una aventura fuera. Despierto preguntándome con qué nuevo hecho conseguirá sorprenderme la vida. Intento aceptar que las personas se marchan para siempre en algún momento, como si de fecha de caducidad corporal se tratase. A la vez me conciencio de la poca buena fe existente en el mundo actual. Todo ello unido al desamparo de saberte sola en medio de una marea de ilusiones y sentimientos en continuo movimiento de montaña rusa.
El dolor se apodera de mi mente en innumerables ocasiones mientras deseo saber por qué el mundo nos castiga de esta forma. Pero lo cierto es que no sé si quiero ser conocedora de tales respuestas. Será que me estoy acostumbrando a tanto dolor, o quizá esté resignándome a saber que a veces simplemente has sido tú. Porque sí. Sin más.

Nos hundimos. Cuando tan solo un charco de agua roza nuestros tobillos nos sentimos presa de una angustia que trae el augurio de un final fatídico. Podría decirse que acudimos a una desesperanza esperanzadora. Creemos que todo está escrito, por más que corramos no conseguiremos escapar de todo ese agua que nos rodea, consumiéndonos.
Nadie acude al pensar que solo es agua y nada más que nos está cubriendo el tobillo. Sin embargo más allá de ello podríamos afirmar que la existencia de un peligro cercano podría basarse en un beneficio basado en la motivación por sobrevivir ante arduos momentos.
Podéis tacharme de necia, pero creo en la necesidad de una presión como motor de acción del ser humano. Al igual que todo ese agua que nos moja, parcialmente, para que no nos resignemos a hundirnos, sino a correr de la marea.

lunes, 2 de marzo de 2015


Hace unos días escuché que el miedo es necesario como medida para marcar el límite de nuestras capacidades. Se nos hace imprescindible marcar una línea entre lo posible e imposible, capaz e incapaz, para así poder ser conscientes de cómo nuestras características son menores que aquello que deseamos. Si bien podría mentirte alegando que nunca he tenido un miedo convertido en frontera para marcar lo que puedo realizar con mis facultades. Pero es cierto que todos nos sentimos reprimidos alguna vez a causa de miles de razones.
No eres capaz, esa persona es demasiado para ti, ¿no te das cuenta de que no vales para ello?, hay cosas que se nace o no se nace.
No dejes que nunca, las circunstancias o la opinión de alguien ajeno a ti, decidan donde está la línea que te limita. Porque te diré un secreto, el miedo es necesario como medida para marcar el límite. El límite a superar.
Superemoslo.