
Se recostó suavemente sobre la cama, en su cabeza no dejaba de retumbar aquella ruidosa canción sin sentido y en su boca el amargo sabor de la desesperación mezclado con whisky. Se dijo: ¡Basta! Y dos lágrimas comenzaron a recorrer sus mejillas... Se levantó bruscamente y abrió la ventana. Ante sus ojos un amanecer cualquier desde un lugar común. Ante si mismo, una nueva oportunidad para volverlo a intentar.
Suspiró dejando escapar las únicas fuerzas que le quedaban. Y de nuevo volvió la misma voz que una y otra vez repetía: ¿Qué hace alguien como tú en un lugar como este?
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