Somos frágiles pompas de jabón movidas a merced del viento. Ascendiendo y cegándonos por el exuberante sol para luego volver a descender y rozar de nuevo el gélido suelo. Dejándonos mecer como si tratásemos de ser marea, que inunda la costa y se aleja dejándola tan solo húmeda. Como pequeños e intrépidos fuegos artificiales que anuncian su llegada con un sonoro silbido para en el momento más inesperado explosionar dejando a la vista todo aquello que guardamos en nuestro interior.
Somos viento, somos hierba, somos humo, somos el sonido de la alegría y somos la lágrima de la tristeza; somos tanto y a la vez tan poco...
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