La Navidad nunca fue para mi una época de ensueño, con decoraciones en familia e imágenes de película. Pero la cuestión es que dentro de esos grandes desastres causantes de honduras grietas para la memoria siempre encontré algo de consuelo en la ilusión de saber de un nuevo año venidero.
Sin embargo llega el momento en el cual te conciencias de que nada logrará llenar de consuelo estas grietas, que ya ni el saber de otro año cargado de nuevas oportunidades apacigua las heridas....
Puedo sobrevivir a una Navidad sin regalos, incluso sin alegría pero nunca sin ilusión.
Pasé el tiempo intentando convencer a quienes me rodeaban del sentido de la Navidad. Luchando contra ese pesimismo imperante en el resto de mortales, contra esa idea de que no es una época especial sino unos días más del año... Y lo cierto es que cabe la posibilidad de que así sea, y que tan solo esté intentando callar a esa parte de mi que no para de susurrar: deja de intentarlo una vez más.
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