"El escritor es un ingeniero del alma"

viernes, 6 de marzo de 2015


Nos hundimos. Cuando tan solo un charco de agua roza nuestros tobillos nos sentimos presa de una angustia que trae el augurio de un final fatídico. Podría decirse que acudimos a una desesperanza esperanzadora. Creemos que todo está escrito, por más que corramos no conseguiremos escapar de todo ese agua que nos rodea, consumiéndonos.
Nadie acude al pensar que solo es agua y nada más que nos está cubriendo el tobillo. Sin embargo más allá de ello podríamos afirmar que la existencia de un peligro cercano podría basarse en un beneficio basado en la motivación por sobrevivir ante arduos momentos.
Podéis tacharme de necia, pero creo en la necesidad de una presión como motor de acción del ser humano. Al igual que todo ese agua que nos moja, parcialmente, para que no nos resignemos a hundirnos, sino a correr de la marea.

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