"El escritor es un ingeniero del alma"

miércoles, 20 de mayo de 2015



La luz recorría los huecos que su denso cabello dejaba como si tan siquiera ella se atreviera a rozar la belleza de un ser tan increíblemente inusual. Mientras la suave brisa despeinaba los árboles un alejado silbido avisaba de la llegada de un nuevo amanecer. Los pensamientos se evaporaban a medida que el sol se alzaba y algún que otro sentimiento quedaba anclado a la oscuridad de la noche. Cuántas desgracias habría podido sepultar la llegada de aquel día en los tiempos que corrían.
La gente, partidaria de la existencia de un mal augurio general dejaba escapar sus sueños por las rendijas de los ventanales una vez habían reencontrado el sueño. Ilusos, creyentes de una religión basada en la realidad más dura y chocante abandonaban un mañana lleno de color cuya música no podía ser escuchada salvo por aquellos que aún conservaban la esperanza en los sentimientos más dichosos.
Volverá a descender la luz como cada día, a caer en pesado 24 horas más y catapultar miles de posibilidades mientras todos duermen, deseosos de no desear.

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