Perdiste todo aquello que creías que realmente merecía la pena. Hiciste lo que juraste que no harías jamás. Ocurrió lo impensable. Calculaste mal la jugada y el trío de ases acabó convirtiéndose en nada. Decepcionaste a los demás y lo que es peor, a ti misma.
Y miras al vacío mientras das otra calada a ese eterno cigarrillo que parece nunca acabar. Incapaz de pensar en el futuro, intentando recomponerte del pasado. Preguntándote por qué este presente. Vuelves a suspiras, sonríes en soledad y comienzas a llorar.
Puede que una de las sensaciones más amarga que podemos llegar a experimentar es ese momento en el que te das cuenta de que hiciste todo lo que podías haber hecho, y lo hiciste mal. Esa mezcla de decepción con impotencia que acaba haciendo que todo cuanto te rodea carezca de sentido.
Negar la realidad no hará que esta cambie. Negarte a ti misma aquello que hiciste no te hará sentirte mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario